28 de abril de 2012

PAUL EL HECHICERO

El título de esta entrada es en honor a lo que sentí la primera vez que vi un juego de Paul Morphy en el libro "Los niños prodigio del ajedrez", del periodista-ajedrecista español Pablo Morán. Su descripción del juego del gran maestro estadounidense, quien sin siquiera despeinarse llegó a Europa a los 21 años y despedazó sin misericordia y con desparpajo insultante a los grandes campeones de la época, me hizo asociar el nombre de Morphy con el de los magos de los libros de cuentos que tanto me gustaban de niño.

La elegancia de su juego era un reflejo de su persona, un caballero sureño de Nueva Orleans, de inteligencia prodigiosa, que se graduó de abogado a los 21 años de edad. Miembro de una familia acaudalada, Paul tuvo muchas facilidades económicas para desarrollar su talento ajedrecístico, pero a la vez esa misma presión familiar por dedicarse a "una profesión respetable" le hizo despreciar el ajedrez como un medio para ganarse la vida, lo cual pudo haber hecho sin ningún problema, considerando su triunfal paso por Europa. Al Tanta fue su resonancia en ese trayecto, que el que muchos creían mejor jugador del mundo en esa época, el inglés Howard Staunton, rehusó jugar un match con él, temeroso (y con razón) de que se le cayeran las medallas ante la afición mundial luego de que con plena seguridad Paul le hubiera hecho morder el polvo...

A su regreso a los Estados Unidos, Paul Morphy no quiso saber nada de ajedrez, rehusó las invitaciones a banquetes en su honor por acaudalados entusiastas del juego, y prácticamente renunció al ajedrez para ejercer su profesión de abogado. Y no lo podemos culpar, si quizá le daba cierto sentimiento de culpa saber que se iba prácticamente a robar el sueldo de haberse dedicado profesionalmente a un juego en el que ganarle a los mejores del mundo era para él más fácil que pestañear...

Para el gran maestro danés Bent Larsen, Paul Morphy fue el mejor jugador que jamás haya jugado nuestro maravilloso deporte. Y este servidor apoya esa opinión, pues no ha habido nadie que haya demostrado una capacidad de comprensión del juego tan innata y adelantada a su época como él. Aunque nunca ostentó el título oficial de Campeón Mundial, personalmente siento que merece ser incluido como el primero en esa ilustre lista. Sus victorias eran percibidas como cosa de magia, como que sus contricantes estaban bajo un embrujo, sin poder entender lo que estaba sucediendo ante sus ojos. Debemos entender que Morphy reinó con pensamiento "posicional" en el punto más alto de la época romántica del ajedrez, donde lo único que importaba era atacar, atacar y atacar.... un ajedrez de "fuerza bruta" y cálculo despiadado era lo que garantizaba el éxito. La importancia de las normas de apertura y los conceptos posicionales no estaba ni siquiera en el vocabulario de los grandes maestros. Morphy vino a dar vida a esos conceptos en su juego, conceptos claros como el agua hoy en día, poco menos de 2 siglos después, pero que en aquél entonces eran la piedra filosofal del ajedrez. Morphy la había hallado (es más, creo que fue el mismo Dios quien se la dio), pero no supo (o mejor dicho, no quiso) dejarla explicada para la posteridad en un libro de texto. Quizá algo que para él era tan sencillo hacer, no le era tan fácil explicarlo a otros...

Para muestra un botón de su magnífico talento. En la siguiente partida arrolla de manera brutal a su adversario con un formidable sacrificio de calidad, aprovechando que el rey rival ha quedado en el centro. Si bien es cierto, el rival pudo haberse defendido mejor y salvar hasta el medio punto, pero con una posición como la que tenía las perspectivas de defenderse con precisión eran muy bajas...

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