21 de diciembre de 2010

LA HORRIBLE SENSACION DEL BAJON...

Ese es el subtítulo de un párrafo de un ensayo titulado "Mi método de preparación", escrito por el GM colombiano Alonso Zapata y publicado en la magnífica revista "Ajedrez Universal", que desafortunadamente ya no existe. Guardo la copia de ese artículo porque me gusta mucho la forma sincera y sencilla en la que Alonso expone su manera de ver el ajedrez, y lo duro que es dedicarse a él de manera profesional siendo de un país donde no hay mucho apoyo monetario al deporte. Entre los temas más interesantes que desarrolla el GM está el de esas terribles temporadas en las que todo sale mal, por más que uno lo intente, las circunstancias confabulan para que nuestras piernas se conviertan en patas de cangrejo y lleguemos a ver el caminar para atrás como lo más normal del mundo...

Yo estoy experimentando un terrible bajón. Por supuesto, no soy profesional del ajedrez, ni mucho menos. Soy lo que se podría llamar un entusiasta aficionado al "deporte de los reyes", Escribo esto a manera de "terapia deportiva", y quizá podría ayudar a más de uno que se encuentre en mi situación. Como dije, no soy profesional ni me considero un jugador con suficiente talento para ganar torneos (hay que ser realista), pero lo que sí me preocupó de mi reciente descalabro es que por primera vez desde que subí a primera categoría ( en el año 2004), me bajaron a segunda división. Y ahí es donde surgen muchas interrogantes: ¿Será que ya no disfruto el ajedrez, que dejó de ser divertido y estimulante? ¿Lo dejo y mejor me dedico a explorar otras actividades que podrían incluso ser más edificantes que mover piezas de plástico sobre un pedazo escaqueado de vinil?

Ideas como esas me han acosado estos últimos días, pero ya viendo las cosas "en frío", quizá un poco de filosofía sea la solución. Basándome en eso, decidí hacerme una simple pregunta: ¿Cuáles son los motivos de haber jugado tan mal?

Ante esa pregunta, todos tenemos 2 opciones: los hechos, o las excusas. No es sencillo ver la diferencia entre los dos objetivamente, sobre todo cuando uno mismo es acusado y jurado. Empecemos por el hecho más palpable (y molesto jeje): En la lista de elo de octubre tenía 2055 de elo, luego de un gran torneo donde hice +1 de expectativa ante fuerte oposición. Ahí quise tomar un descanso y volver a jugar hasta diciembre, pero cometí el error de dejarme llevar por la "fiebre" y jugar 2 torneos seguidos... en los que terminé dejando 56 puntos de elo en el camino. Así, jugué el último torneo del año con 1999 de elo, a uno de primeras, pero sin la adecuada preparación, y confiando en poder ganar al menos un punto y volver a primera. No se dió (si se hubiera dado no estaría escribiendo esto...). Jugué descuidadamente, con una impulsividad enfermiza, y si quedo con más de 1950 en la próxima lista puedo considerarme suertudo...

Muchos quizá dirán que el ajedrez no es tan importante como para tomar las cosas así, pero yo siempre he dicho que si uno se mete en algo es para aspirar a ser mejor cada vez. Si uno no va con esa actitud, es mejor no hacerlo. No es que diga que uno deba obsesionarse con la actividad que escoja, hasta el punto de no comer ni dormir por haber perdido una partida (Como les pasa a muchos, incluso cuando no son ellos los que juegan...Ejemplo: los "hinchas a muerte" en el fútbol). Pero sí digo que uno debe tener esas ganas de ganar y de jugar cada vez mejor, de tomar esa actividad de tiempo de ocio con mucho ánimo y deseos de alcanzar los objetivos fijados. Mi objetivo para el 2010 era llegar a 2100 de elo. Comencé el año con 2039, y jugué 8 torneos. Iba bien al menos acercándome a la meta, pero en estos últimos 3 torneos me caí bien duro. Durísimo.

Pasaron varias cosas fuera de mi control que afectaron mi rendimiento, y son esas las que tienen apariencia de excusas. Una recorte de personal en el trabajo hizo que perdiera mi empleo en medio de estos torneos, y jugué 2 de ellos desempleado. Lógicamente, mi cabeza no estaba donde debía estar al jugar esas partidas, y lo pagué caro en el tablero. Otra razón fuerte es la falta de entrenamiento, y sobre todo de voluntad y disciplina para entrenar. Claro, cuando estás desempleado no dan muchas ganas de nada... Pero bueno, los hechos son los hechos y debo reconocer que estoy en el suelo. Con verguenza deportiva. Pero estar en el suelo no es del todo malo... Puedo apoyarme en él para ponerme de pie otra vez. Y seguir intentado escalar, corrigiendo lo que el fracaso me enseñó que debo corregir. Y para el año que está a punto de iniciar mi objetivo es el mismo: Llegar a 2100 o lo más cerca que pueda.

Zapata menciona en su artículo que una idea que le ayuda mucho a superar sus reveses es que un jugador puede haber sido mejor que él en una partida, pero eso no significa que vaya a ser así siempre. Cada partida es una nueva oportunidad para reconstruirse, para poner a prueba nuestra capacidad y luchar por lo que queremos en el deporte que sea. Ahora sólo queda entrenar con más firmeza y orden para mejorar. Punto.

A ver cómo me va esta nueva temporada... Ahí luego les cuento.

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